Cuaderno de bitácora del confinamiento (sentimientos)

28 de abril, 2020

Ahora que no podré besarte ni abrazarte ni tocarte aprenderé a escucharte. Sí, me refiero a escuchar de verdad, no a solo a oír, como hacemos normalmente. Y como estaré escuchándote, nada de lo que digas me será indiferente, nada de lo que expreses pasará de largo por mi mente.

Ahora que ya no podré tocarte, aprenderé a decirte que te quiero con la mirada, porque los ojos también hablan y también escuchan. Es más, observaré desde la distancia para que cuando te mire no se me escape ningún requiebro de tu cara ni de tu cuerpo. Y así sabré lo que sientes prestándote mis ojos.

Y como estaré atenta a tus palabras y a tus gestos, podré sonreírte. No importa lo que digas, ni cuál sea tu estado físico, para mí todo será importante, y lo atenderé y haré el esfuerzo de entenderlo. Te sonreiré continuamente, porque si me dejo llevar por el momento tendré ganas de abrazarte, besarte, tocarte… y a lo mejor rompo a llorar.

Ahora que no podré tocarte, te hablaré con calma y serenidad, para que mis palabras lleguen a ti como el rumor del agua en el estanque. Te hablaré desde el corazón siempre, y te diré que, aunque no pueda abrazarte ni besarte ni tan siquiera tomarte de la mano, te quiero igual.

Incluso, te querré más, porque ahora estaré más necesitada que nunca de tus besos, tus abrazos y tus manos, pero para no sentir su ausencia, te escucharé con sabiduría; te miraré sin ausencias y te sonreiré sin apariencias.

Ahora que no podré besarte, abrazarte ni tocarte, ahora que no podré acercarme a ti, recordaré que los sentimientos son invisibles. No podemos pintar el amor, pero si a una mujer enamorada. No podemos describir la solidaridad, pero si a una joven que acompaña a un anciano. No podemos explicar la bondad, pero sí hablar de cómo se comportan las personas que la llevan por bandera. No, los sentimientos no se ven, pero se hacen fuertes en la distancia y en el tiempo.

Ahora no podré besarte ni abrazarte ni tocarte, pero sí puedo escribir cada día dejando el rastro de mi emoción en cada verbo. Ahora puedo llegar a ti con mis palabras, y decirte que eres parte de mi corazón, que es lo más auténtico que tengo, porque no podré tocarte ni abrazarte ni besarte, pero seguiré pudiendo decirte cuánto quisiera poder tocarte, abrazarte y besarte.

Gracias, porque cuando tú me lees yo sigo existiendo.

Nota: imagen del cuadro Ternura de Oswaldo Guayasamín (Ecuador), uno de mis pintores favoritos de todos los tiempos.

Deja un comentario